Diatermia o radiofrecuencia es lo mismo.
La principal característica que fundamenta la diatermia es la activación celular, provocando el calentamiento de la epidermis por emisión de ondas magnéticas y estas generan movimiento. Esta acción genera aumento de temperatura consiguiendo así una respuesta natural reequilibrando el funcionamiento celular.
La radiofrecuencia realiza un calentamiento de la epidermis, ejerciendo así un calor extremo y potenciando el mecanismo de defensa de la piel produciendo más colágeno y elastina en la zona de aplicación.
No, la principal diferencia radica en que la diatermia actúa sobre la dermis profunda mientras que la radiofrecuencia ejerce pequeñas punciones a nivel más superficial. Aunque ambas son utilizadas para mejorar la calidad de la piel, la diatermia consigue restablecer la producción del colágeno del propio organismo naturalmente.
Mediante la administración de ondas de baja frecuencia y la consiguiente resistencia de los tejidos al movimiento de los electrodos, conseguimos un calentamiento local y profundo que oscila entre los 3 y los 5 grados centígrados.
Se ha constatado que esta acción térmica es capaz de disolver la grasa localizada y reafirmar los tejidos simultáneamente. Al acelerar el metabolismo de la célula grasa se reduce el tejido graso, se combaten los nódulos de la celulitis, así como la flacidez y otras imperfecciones de la piel (manchas, cicatrices derivadas del acné o estrías). La retracción del colágeno asegura la tonificación tisular.
Los beneficios varían en función del tamaño del electrodo, la extensión del área a tratar y la intensidad de la frecuencia. Al estimular la producción del colágeno se forman nuevas fibras estéticas, más flexibles, que sustituyen a las envejecidas aportando luminosidad, tersura y un aspecto más joven a la piel desde la primera sesión. Los efectos comienzan a ser visibles pocos días después de su aplicación. Sin embargo, se recomienda una terapia semanal durante 2 o 3 meses para una manifestación más holística y definitiva.
Este tratamiento de belleza suele ir acompañado de una limpieza, una exfoliación y un masaje terapéutico con la finalidad de aprovechar la vascularización y aplicar cosméticos ricos en oligoelementos y vitaminas que nutren las células para una actividad más sinérgica. Una de las ventajas más evidentes de la diatermia es la mejora en la permeabilidad de la piel, facilitando la asimilación de estos productos, así como de medicamentos ionizables, habituales en el abordaje del cáncer.
Se trata, por tanto, de un tratamiento estético seguro, no invasivo, con apenas contraindicaciones y mínimos efectos secundarios, siempre que sea llevado a cabo por un profesional cualificado.
Está desaconsejado en caso de miocardiopatía severa y infección aguda o si portamos marcapasos.
Pese a que la edad es un factor condicionante, se ha comprobado que resulta beneficioso para:
– Mejorar la microcirculación y el riego sanguíneo, reduciendo los tiempos de reabsorción de los hematomas.
– Activar el metabolismo y la nutrición celular al estimular la formación del colágeno y la elastina.
– Favorecer el drenaje linfático y la migración de fibroblastos. Reduce rápidamente los edemas.
– Facilitar la regeneración celular. La piel luce vital, tersa y libre de toxinas.
La diatermia fue introducida en España como tratamiento analgésico, antiinflamatorio y antiespasmódico por el doctor Celedonio Calatayud en 1910. Como técnica inductiva sigue siendo muy utilizada en la actualidad para tratar artritis y enfermedades reumáticas en fisioterapia (tecarterapia).
En ocasiones, se combina con la radiofrecuencia para aprovechar las bondades de ambos tipos de onda cuando no conviene elevar demasiado la temperatura. Este es el caso de procesos agudos como tendinitis o de pacientes con prótesis metálicas.
Aplicaciones de la diatermia
Por sus comentadas cualidades vasodilatadoras y revitalizadoras en capas profundas de la piel, su utilización está indicada tanto en estética como en traumatología y reumatología.
La diatermia capacitiva es una valiosa herramienta en los tratamientos de belleza facial y corporal. Se han logrado resultados exitosos para:
– Reafirmar el óvalo facial, suprimiendo la grasa y la flacidez del cuello.
– Eliminar arrugas y líneas de expresión en la frente y las comisuras de los labios.
– Quitar bolsas de los ojos.
– Difuminar manchas, cicatrices, estrías…
– Reafirmar la piel de brazos, manos, glúteos o abdomen, revirtiendo la celulitis.
– Disminuir adiposidades en abdomen, glúteos o piernas.
– Restar volumen ocasionado por la retención de líquidos en piernas, brazos, abdomen o glúteos.
– Elevar y reafirmar el pecho o los glúteos.
– Como coadyuvante en tratamientos para la alopecia al dilatar los folículos pilosos.
Su facultad de inducir el tejido más resistente al paso de la corriente (adiposo, cartílago, óseo…) lo hace apto para atender otro tipo de afecciones:
– Para acelerar la consolidación de fracturas.
– Para agilizar la cura de contracturas musculares o esguinces.
– Para combatir los edemas y la inflamación.
– Para extraer cálculos.
– Para mejorar la penetración de fármacos ionizables, potenciado por efecto del masaje.
Existe evidencia científica de que el empleo de corrientes eléctricas especiales para provocar un calentamiento local, profundo y controlado conquista logros nítidos y duraderos, ya sea como apoyo en procesos reductores, como tratamiento facial oxigenante o antiedad, rejuveneciendo el rostro o tonificando y remodelando zonas críticas del cuerpo como abdomen, glúteos, piernas y brazos, o como un interesante rehabilitador músculo-esquelético. Pocas técnicas son tan completas sin necesidad de emplear químicos abrasivos.